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  • Qu decir sobre los Estudios Culturales Latinoamericanos Es

    2019-04-29

    Qué decir sobre los “Estudios Culturales Latinoamericanos ()”? ¿Es pertinente pensar que los constituyen una corriente académica de análisis e interpretación y conforman una escuela? ¿Qué especificidades tendrían? ¿Qué debilidades? ¿Qué hace que un estudioso del pensamiento, la cultura, la literatura, la producción simbólica latinoamericana ubique su producción en el campo de los ? ¿Qué relaciones podríamos encontrar entre los Estudios Culturales nacidos en dos de los centros intelectuales hegemónicos (Inglaterra y Estados Unidos) y aquellos definidos geográfica y políticamente al sur de América? La recepción de los Estudios Culturales en los países de la región ha sido sobresaliente, aunque siempre ha estado acompañada de una serie de cuestionamientos, relacionados con las especificidades continentales y las características de sus respectivas realidades nacionales. Asimismo, entre los latinoamericanos -y latinoamericanistas- nunca se ha perdido de vista que, mucho antes de la adopción de una terminología que definiera un campo de estudios específicamente como “Estudios Culturales Latinoamericanos”, ya existía en la región una nutrida tradición ensayística marcada por la discusión de temas asociados GSK1120212 la identidad nacional y étnica, al papel de los intelectuales en la sociedad, a la relación entre política y cultura, además de cuestiones asociadas a las oposiciones nacional continental, rural urbano, tradición modernidad, entre otras. Se podría decir que en América Latina ya se hacían Estudios Culturales antes de que surgiera el campo como tal y antes de que la academia metropolitana hegemónica tratara de encasillar tal producción en sus nuevos cánones y parámetros. Asimismo, la pregunta obligada es: ¿hasta qué punto una “adjetivación”, como menciona Restrepo, es realmente pertinente para definir los Estudios Culturales que se hacen y América Latina, como “Estudios Culturales Latinoamericanos”? La discusión ha sido larga y evidentemente dista de cualquier tipo de consenso. No es nuestro propósito en este breve espacio hacer una retrospectiva conceptual de los Estudios Culturales de origen británico o de los realizados en la academia estadounidense, enmarcados en la tradición previa de sus llamados estudios de área, para buscar identidades y divergencias entre ellos y lo que algunos definen como . Nuestro objetivo es mucho más modesto. Entre 1998 y 2003 se editaron algunos libros colectivos en los que se observa la preocupación por discutir, analizar, establecer rumbos y plantear agendas de reflexión y acción entre los investigadores preocupados por pensar la cultura desde la perspectiva del poder, con un punto de vista construido a partir de un pensamiento crítico latinoamericano. Nos centraremos en el contexto que les dio origen, los autores que participaron en tales antologías, las temáticas que abordaron y algunos de los debates teóricos que generaron. Este bosquejo dará pautas sobre su mirada en torno a gonorrhea los como campo de producción de conocimiento, su postura respecto a la relación entre cultura y política en el contexto de la globalización neoliberal y su reflexión sobre el papel de las y los intelectuales y académicos latinoamericanos frente a la producción académica hegemónica, principalmente estadounidense. A partir de este breve mapeo se pueden vislumbrar ciertas tendencias y caminos de la época, reconocer o no la existencia de un diálogo entre dichas vertientes y autores, e identificar las condiciones de producción y circulación académica que lo permitieron o, bien, limitaron. La antología que abre el camino La antología que, por decirlo de alguna manera, “inauguró” la perspectiva de una discusión más sistemática sobre el lugar del pensamiento latinoamericano ante el fenómeno de la globalización fue Teorías sin disciplina. Latinoamericanismo, poscolonialidad y globalización en debate, coordinada por Santiago Castro-Gómez y Eduardo Mendieta en 1998. Este trabajo transdisciplinario tuvo su origen en un largo debate sobre la relación entre globalización, poscolonialidad y latinoamericanidad, surgido en los años 1990 en medio del auge neoliberal. El libro se enmarca también en un cuestionamiento sobre el modo desigual y asimétrico de producción y circulación de las ideas en el nivel global, y en una crítica a los espacios institucionales que contaban con los recursos materiales para legitimarse como centros de producción académica e intelectual autorizados para hablar sobre América Latina. Y es que, en Estados Unidos, el campo denominado Cultural Studies producía una gran cantidad de investigaciones sobre la región mediante categorías de análisis propias del llamado primer mundo. En su versión latinoamericana, los Estudios Culturales llegaron a consolidarse en los años 1990 como un campo novedoso en el estudio de la cultura, pero a su vez cuestionado por la adopción acrítica o descontextualizada de dichas categorías de análisis. En ese contexto, no deja de llamar la atención el hecho de que, de los once ensayos que componen esta antología, ocho provienen de autores latinoamericanos adscritos a universidades estadounidenses. Se podría pensar que tales autores entran a la discusión desde un “lugar de enunciación” en cierto sentido privilegiado, al formar parte del mainstream teórico y al mismo tiempo provenir y ocuparse de una región “periférica”. Además, no se puede perder de vista la existencia de vínculos personales e identidades teóricas entre los autores reunidos en el volumen. Cuando se analizan los libros colectivos, también es necesario considerar las llamadas relaciones de sociabilidad, tan caras a la construcción de las redes intelectuales.