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  • El fotorreportaje se divide en dos bloques El

    2019-06-18

    El fotorreportaje se divide en dos bloques. El primero corresponde al contexto general del país presentado en los primeros tres reportajes, publicados el 19 y 26 de febrero y el 5 de marzo. El segundo bloque está dedicado 100% al grupo armado. Los textos de los cinco reportajes relatan el “inesperado” contacto en la ciudad, su traslado what does the cytoskeleton do la sierra, la estancia de periodista y fotógrafo durante los cinco días que pasaron con los guerrilleros y el controvertido episodio del fusilamiento guerrillero en la aldea de San Jorge. El número 1716 correspondiente al 2 de abril está dedicado a los guerrilleros. En el artículo “Por qué ingresamos a la guerrilla”, Menéndez va perfilando a cada uno de los jóvenes hablando tanto de su historia personal, como de las motivaciones que los llevaron a tomar las armas. A través de la pluma del periodista se presentaron Salvador Orellana, “El gallo giro”, Rocael, Rodrigo, Marcelino, Danilo, Sergio, César y Rosa María. Por su parte, el fotógrafo hace lo mismo a través de su cámara, percibiéndose cierta cercanía entre fotógrafo y fotografiados. En la Sierra de las Minas, Moya se mimetiza con el entorno y con los guerrilleros, logrando retratos en close up donde sus rostros quedan al descubierto, convirtiéndolos en protagonistas de la historia. Esta proximidad se debe a su estrategia fotográfica, pero sobre todo a la empatía hacia los fotografiados. Vemos claramente el contraste entre los retratos realizados a los guerrilleros y aquellos otros de los candidatos presidenciales, donde no existía dicha cercanía. El propio fotógrafo describe las diferencias al fotografiar. Este último es una constante al registrar la vida de los combatientes, e incluso con algunos miembros se distinguen algunas diferencias, como es el caso de la secuencia fotográfica de cinco negativos hecha a Rosa María, la única mujer de la escuadra guerrillera comandada por César Montes, y una de las contadas mujeres que formaban parte de la organización clandestina. Esta joven de 25 años que antes se desempeñaba como secretaria comercial y que posó para el fotógrafo con gran entusiasmo, y a Positive regulator protein quien, según el texto de Menéndez, “ni la rudeza de la lucha en la Sierra de las Minas le ha modificado su belleza natural; de estatura baja, excelente cocinera, participa en los ajusticiamientos revolucionarios y en toda clase de combates, durante los cuales demuestra extraordinaria valentía”. El fotógrafo construyó un discurso visual rescatando la figura femenina dentro de la guerrilla, una presencia que en una sociedad machista resultaba incómoda. La incorporación de la mujer a la guerrilla no fue fácil, debían luchar con una sociedad que exaltaba la decisión del hombre de unirse a un grupo armado, como muestra de valor y hombría, pero rechazaba tajantemente que la mujer hiciera lo mismo. En las décadas que se estudian en este texto, la mujer quedaba relegada a la figura de madre, pacificadora, población civil, víctima, incluso encarnaba a la Nación de tal forma que transformar esta figura en soldado, identificada con violencia, rudeza y lucha, resultaba transgresor de su papel tradicional en la sociedad. Las mujeres que escapaban de estos estereotipos y lograban incorporarse al grupo armado debían resistir, al igual que los hombres, el entrenamiento militar, las largas marchas por la sierra, las emboscadas del ejército, la falta de alimentos y las inclemencias del tiempo. “Dentro de los grupos armados la igualdad de la mujer era algo que no estaba a discusión: era parte de las transformaciones que esperábamos se dieran con el cambio social en que nos habíamos comprometido.” Esto no significaba que el machismo no estuviera presente en los grupos guerrilleros, el mismo Montes reconoce en su libro que “el atraso en cuanto a la concepción de género que privaba en la organización y del que adolecían Turcios y César, llevó a que ella saliera del país para hacer labores de logística”, lo que terminó en su detención y encarcelamiento en la cárcel de Santa Martha Acatitla, México, donde padeció vejaciones y maltratos de los que eran víctimas las mujeres guerrilleras.