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  • El eje dram tico de En la prisi n se

    2019-06-20

    El eje dramático de En la prisión… se va desarrollando Naltrindole hydrochloride través de los relatos que el Profesor, un militante de la vanguardia política revolucionaria cubana, sueña que, a su vez sueña, que narra a un grupo de “negros” durante un agobiante verano habanero de los años noventa. Todo sucede dentro de una prisión y los personajes de sus relatos son los mismos con quienes, en sueños, el Profesor comparte el espacio de la cárcel. En sus momentos de vigilia es un hombre que deambula por las calles de Centro Habana, es testigo y parte de la terrible situación socioeconómica en que se vio sumida la Isla durante el Periodo Especial. Este punto de apoyo espacio-temporal le permite al autor hacer una apelación más directa para entrar en la discusión actual, y desde allí establecer el diálogo con el pasado. Esto significa que, si por un lado los hilos que estructuran ideoestéticamente la obra En la prisión renuevan aquellos rastreables en sus obras anteriores —la realidad construida a partir de imágenes, la distancia entre el relato histórico y el hecho, el lenguaje como obstáculo, la convicción de sobrevivencia del “negro” en una nación “blanqueada” ideológicamente, la presencia viva de la religiosidad afrocubana—, por otro lado, Altunaga integra esta novela en el debate por el lugar del “negro” en el sistema socialista cubano, tras la imagen revolucionaria del Uno indivisible. Pero además, si el relato está dirigido a desmenuzar la columna interior que sostiene el régimen de verdad del poder, ello está puesto en función de un objetivo mayor que es el de introducirse en las posibles subjetividades negras para, desde allí, abrir el juego. Con este propósito, el mecanismo representacional de En la prisión de los sueños desmontará la dialéctica del amo y el esclavo como régimen de verdad para, finalmente, por oposición, proponer como síntesis al “sujeto negro consciente”, en el sentido fanoniano del concepto. Las discusiones entre el Profesor y Chucho Hegel, quien no es otro que el alter ego del primero, se intercalan entre los cuentos fragmentados que narra el Profesor a los otros presos, lo que conforma una suerte de cajas chinas, sólo aparentemente independientes de la totalidad de la obra. En realidad, la función de esta estructura novelística es, por un lado, complementar la idea de Altunaga de que la Historia del “negro” es una sola, recurrente a Cretaceous Period lo largo del tiempo y, por otro, ir prefigurando la puesta en escena de las dialécticas alrededor de estos dos protagonistas. Por su parte, en oposición a las imágenes del acosador y violador de mujeres blancas que se instala, sobre todo a partir de la República, cuando intenta reflotarse el “miedo al negro” frente a la formación del Partido Independiente de Color, Negro es el esclavo doméstico al que Niña seduce y luego incita a huir para evitar su sacrificio. Este desvío que realiza Altunaga a través de los relatos del Profesor, de dos pre-supuestos básicos como son el esquema clásico de la mujer blanca deseada por el negro lascivo y salvaje, y el de la joven hacendada formada en las luces europeas, parece perder su naturaleza transgresora de la tradición literaria cuando Negro, quien ha huido a instancias de Niña, es finalmente atrapado, torturado y sacrificado, con lo cual aquella tradición parecería quedar intacta. Si afirmé más arriba que en las obras de Altunaga se descubren algunos cronotopos históricos como núcleos fundacionales de la acción política del negro como son el cimarronaje y la resistencia, ¿qué sentido se infiere de la tortura y muerte como final de Negro, predecible, en todo caso, pero dentro de la lógica literaria antiesclavista? Por otro lado, también podría mos preguntarnos si la transculturación de Niña opera sólo como representación de la construcción de la cubanidad, tal como entiende Altunaga a esta última o es operativa en otro sentido. Responder a estas preguntas implica, necesariamente, encontrar su punto de articulación con las historias personales del Profesor y Chucho Hegel. Algo similar ocurre con otra serie de relatos del Profesor, en la que Altunaga introduce episodios referidos a la Guerrita del’12, como evento que refuerza la condición de víctima del “negro” y con lo cual busca modificar el imaginario social respecto de su percepción. Desde allí, mediante un diálogo ocasional entre el Profesor y un joven barrendero, la novela pone en cuestionamiento la transmisión de la memoria a través de la imagen, televisiva en este caso, de una versión de la Historia que es tan poderosa como para crear una “garantía de verdad”: