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  • Sin embargo esta intervenci n del Estado en asuntos

    2019-06-24

    Sin embargo, esta intervención del Estado en asuntos culturales es propia de una etapa anterior CHIR-124 what los incontenibles procesos de modernización y democratización de la sociedad latinoamericana. De acuerdo con José Luis Romero, desde 1880, las nuevas relaciones entre los países industrializados y América Latina permitieron la transformación de algunas de las ciudades del continente y, en consecuencia, el ascenso de las clases sociales populares a la clase media. De acuerdo con el historiador, este periodo se conoce como el de las “ciudades burguesas”. Si bien es cierto que en Colombia el proceso de modernización no presenta todas las características mencionadas, sobre todo en lo que respecta al proceso de profesionalización de los escritores, es claro que sí se efectúa el proceso de autonomización que se estaba operando en todo el continente y que Romero explica al referirse a la posibilidad que tenían los escritores de trabajar como reporters para algún medio de comunicación nacional. No obstante, en recientes estudios se ha logrado demostrar que aunque Bogotá no presenta mayores transformaciones hasta la primera mitad del siglo xix, hoy existe el consenso que desde 1870 hasta 1930 hubo un proceso acelerado de transformación que si bien se ha atribuido como propio de una ciudad industrial, de acuerdo con Mejía Pavony, hoy se acepta que la “industrialización no fue el requisito causal imprescindible para que dicho tránsito tuviera efecto en todas las grandes ciudades del mundo”. En general, esta transformación en palabras de Mejía Pavony se puede expresar a través de la palabra orden. Posteriormente, desde 1880, tras la crisis económica de la década de 1870 que deja en América Latina la necesaria reconstrucción política y social de unas naciones que se habían pensado en torno del liberalismo librecambista, ya menos eufórica y más realista, la intelligentsia en el caso de Colombia opta por la reconstrucción de una nación en la que si bien la economía no deja de ocupar el lugar que le corresponde, centra sus mayores esfuerzos en la creación de unos lazos sociales provenientes, ya no del bienestar económico sino de la construcción y recuperación de un capital simbólico y cultural que le garantice la legitimidad a energy las instituciones estatales. Es en esta difícil situación política y económica que los efectos de la modernización se hacen sentir en una transformación ineludible del papel de la literatura en el proceso acelerado de la masificación. De acuerdo con Eagleton, este es el momento en el que la crítica literaria está expuesta a una situación bien contradictoria: por un lado, puede conservar su contenido político lo que redundaría en la relevancia social y en la pérdida de su parcialidad en la esfera pública, y, por otra, adoptar un punto de vista trascendental, superando la esfera pública, pero salvaguardando su integridad y, en consecuencia, marginándose social e intelectualmente.
    Cuatro ejemplos en los que la crítica literaria funciona como opinión pública Con la intención de hacer un seguimiento a este cambio, se propone comentar cuatro momentos relevantes en el contexto colombiano: el primero tiene que ver con la publicación de Estudios Críticos de Rafael María Merchán en 1886 en el que aparece un ensayo hasta el momento inédito “Miguel Antonio Caro”; el segundo de Baldomero Sanín Cano con “Núñez, poeta” impreso en La Sanción en 1888; el tercero de José Asunción Silva, “Crítica ligera” editado en El Telegrama en 1888, y, por último, la aparición de dos estudios sobre el Decadentismo en la revista La Miscelánea de Medellín. El primero titulado “El Decadentismo” con el seudónimo de Betis, en mayo de 1899 en los números 7 y 8 de octubre de 1899; el segundo, en los números 9 y 10 de mayo de 1901 cuyo título es “Decadentismo colombiano”, publicado por Eusebio Robledo con fecha de escritura del 30 de marzo, 1901.